Cara a Cara (Opinión)
Querido nuevo presidente de Bolivia: ya sé que no sos un rey mago al que podemos pedir deseos con la ilusión de verlos realidad. Aun así, es bueno que sepa que la esperanza de millones de bolivianos está puesta en la capacidad que tenga de encaminar la gestión y actuar con honestidad. Ciertamente, y a pesar de que en campaña prometieron soluciones casi milagrosas, sabemos que la situación del país es compleja y, por eso mismo, nos conformamos con que puedan hacer establecer las bases para superar la crisis.
Como deseo especial, de esos que siempre se incluye en la carta de Reyes como anhelo casi irrealizable, pediré que en esta salida de la crisis no se deje atrás a nadie. En nuestra Bolivia – amplia, diversa y dispersa- hay compatriotas que viven una realidad totalmente distinta. Por eso, al asumir las medidas para superar la crisis es necesario que piensen en el empresario, en el emprendedor y en el productor. Y que lo hagan sin dejar de lado a los sectores vulnerables como los jubilados, los menores o las personas de las áreas rurales. Para ellos, las complicaciones económicas se sienten de manera distinta. Demandan, por tanto, soluciones cercanas y acompañamiento constante.
Puestos a pedir, también incluyo en mi carta de deseos la necesidad de pensar en nuestro medioambiente. En este campo, creo que muy pocos estarán en desacuerdo con poner freno a la minería ilegal – también alguna restricción a las prácticas de la minería legal – a los incendios, a la deforestación, a la contaminación de lagunas y a quienes atentan de una y otra manera contra los ecosistemas habitados por la rica fauna silvestre.
Al igual que en las cartas navideñas, me comprometo a que este nuevo año (perdón, nuevo Gobierno), y en mi calidad de ciudadano, a ser protagonista también de las soluciones que se requieren. A dejar atrás la cultura del bloqueo, de la confrontación y de la venganza que durante tanto tiempo campeó en nuestra sociedad. Si de verdad queremos un gobierno eficiente, es necesario empezar por contar con ciudadanos responsables.

Por Juan Manuel Ijurko (EL DEBER)
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